Contador de historias y de emociones a través de texturas y colores, promotor de la sostenibilidad en sus prendas y enemigo de que la inteligencia artificial sea considerada como un “artista” y no como una herramienta, el diseñador Juan Salazar inició su labor como profesor invitado dentro del programa Global Community Professor de la Universidad de Monterrey.
Juan Manuel Salazar Cavazos es ahora jefe de Diseño de la Casa Louis Vuitton, en la división de ropa masculina, y aunque es egresado de la Licenciatura en Diseño Gráfico de la UDEM en 2007, decidió irse a Francia a estudiar Diseño de Modas, donde actualmente radica y trabaja.
Cuando estudió diseño de modas en el país galo, había la especialidad de moda para dama, pero él decidió, desde el primer año, que quería hacer ropa para caballero; mientras que todo lo que le enseñaban estaba aplicado al cuerpo femenino, él preguntaba fuera de clases la forma en que eso se podía aplicar al cuerpo masculino.
“Me di a la tarea de aprender las dos cosas, porque lo que me interesaba era lo que no enseñaban, pero sabía que los profesores lo sabían”, asentó.
Salazar comentó que, actualmente, el diseño de ropa para hombre es muy popular, ya que la posibilidad de innovar es más grande, mientras que ropa para mujer es algo que está desarrollándose y experimentándose desde hace mucho tiempo.
“Siempre me ha interesado mucho contar historias (a través del diseño); he encontrado mucho éxito profesional al tratar los diseños desde un punto de vista más emocional; lo que me gusta es tratar de buscar la espontaneidad”, expuso.
“Estoy interesado en cosas que tengan un aspecto un poco rústico y un poco terrenal; hablando de una espontaneidad de los materiales y del diseño, me gusta que las cosas también tengan una personalidad, que no sean cosas lisas”, explicó.
El creativo regiomontano señaló que, muchos estudios formales se abocan a impulsar la creación hacia la perfección, en el sentido de que una obra se cuide en su máximo detalle, “pero a mí me interesa muy poco la perfección, me interesa más que las cosas guarden como esa libertad de cuando uno las crea por primera vez (…) tienes que dar la oportunidad a que las cosas se den un poquito solas, solo guiarlas”.
Juan Salazar compartirá sus conocimientos y experiencias con estudiantes de la Licenciatura en Diseño de Moda de la UDEM, donde él mismo estudió los primeros años del siglo, lo que lo hace entusiasmarse, según mencionó, por la simple idea de volver a conectar con la época en la que tenía la oportunidad de aprender.
Cuando llegó a la UDEM, aún no existía el programa académico de Diseño de Moda, sino tres años después; ingresó a Diseño Gráfico, donde de la misma forma lo enseñaron desde las bases, por ejemplo, el desarrollo de un boceto.
“Entonces, fue muy fácil para mí darme cuenta que tal vez ya tenía las bases para poder dedicarme a otra carrera creativa”, relató.
Al llegar a París, el choque cultural fue muy grande para Salazar, tanto en lo cultural en general como en lo académico, ya que tienen un sistema educativo que permite que el alumnado sea más autónomo y que, hasta cierto punto, cada uno sea el o la responsable de su aprendizaje.
“La manera de enseñar allá tiene que ver con sensibilizar al alumno, hacerle ver que es su propio camino y que a él corresponde tomar las decisiones de cuánto se quiere empeñar en trabajar; entonces, me di cuenta que había mucha información que aprender, pero también con el privilegio de estar en una ciudad rodeado de cultura, aquella que te enseñan en los libros y que está disponible para que tú lo visites”, comentó.
Salazar ha observado que existen diferencias entre las y los alumnos de generaciones pasadas y las actuales, entre ellas, algunas preocupaciones como el cuidado del medio ambiente.
“Me da mucho gusto entender que los alumnos están muy metidos en el tema de sostenibilidad, porque en mi época, cuando yo estudié, no había esa sensibilidad; pero ahora, en el trabajo que hago, me piden que tenga cierto porcentaje de materiales que estén certificados, que sean recicladas o reciclables”, estableció.
Otro signo de esta época es el auge de la tecnología y, específicamente, del uso de la inteligencia artificial no solo en las aulas, sino como apoyo en algunas profesiones; “mientras más cosas hacemos en la computadora, más tenemos ganas de hacerlas humanas”.
Además, está el aspecto legal, porque no es posible crear una obra con ayuda de la IA y esperar tener derechos sobre ella y protegerla.
“La inteligencia artificial tiene sus límites, pero te devuelve a tu día a día de que es una herramienta, no es un artista, y tenemos que tener cuidado cuando la utilizamos hasta que entendamos un poquito más o tengamos más leyes”, afirmó.
“Te puedes encontrar con mucha gente que está haciendo fotografías compuestas por inteligencia artificial, que después ellos la presentan como su obra, pero legislativamente es difícil, porque nada de lo que pongas en internet te pertenece ya”, aseveró.
Salazar mencionó que espera dejar en claro al alumnado que el mexicano tiene la capacidad de hacer cualquier cosa que vea que se hace en el extranjero, la diferencia es que, en el caso de Francia, hay una industria de la moda que en su momento fue apoyada por la nobleza y el gobierno.
“Las ideas las tenemos, lo que nos falta es organizarnos, de forma que se produzcan las cosas, (hace falta) colaborar”, apuntó.