De acuerdo con Juan Carlos Montalvo, investigador de la Universidad Autónoma de Nuevo León, tras el terremoto de 1985, en el país se han venido modificando los códigos de construcción, sin embargo, aún hay regiones que necesitan atender la actividad sísmica para prevenir daños futuros.
A 38 años del gran terremoto ocurrido en el centro de México algo importante hemos aprendido: considerar los códigos de construcción y protocolos de seguridad para evitar daños catastróficos.
El investigador Juan Carlos Montalvo Arrieta, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, explicó que en el país se ha generado conciencia sobre la actividad sismológica, lo que hoy se traduce en toma de mejores decisiones para la prevención.
El terremoto del 19 de septiembre de 1985 tuvo una magnitud de 8.1 en la escala de Richter. Es considerado como el más significativo y dañino en la historia contemporánea del país.
“Cuando ocurre un gran terremoto que genera daños y también pérdidas humanas inmediatamente la comunidad sismológica a nivel mundial empieza a evaluar, a ver qué nos enseña, qué no sabíamos antes del terremoto y qué cosas se deben aprender a partir de los efectos.
“Con ese aprendizaje en México se empezó a construir mejor, pues por esta historia sísmica que tenemos en el pasado hoy es uno de los países donde el conocimiento sismológico y la ingeniería sísmica es de vanguardia y eso generó que, desde hace mucho tiempo, sobre todo en Ciudad de México, dentro de los reglamentos de construcción se contempla desde entonces el factor sismológico”, dijo el investigador nivel 1 del SNI.
En memoria de los daños que causaron los terremotos ocurridos en septiembre de 1985, el Gobierno de México decretó el 19 de septiembre como Día Nacional de Protección Civil.
La mejor manera de aprender las consecuencias de un terremoto requiere de contar con información instrumental, es decir, estaciones sismológicas que registren los movimientos.
“El reglamento de ese tiempo no incluía las cosas que se observaron durante el terremoto del 85. Qué hizo la comunidad sismológica. Inmediatamente hicieron mejoras a la reglamentación antisísmica para que el siguiente evento con esas características no generara daños significativos”, externó Montalvo Arrieta.
Estas acciones preventivas tuvieron repercusión en el sismo del 19 de septiembre de 2017, el cual tuvo una magnitud de 7.1, con epicentro entre Puebla y Morelos, y que ocasionó daños menores en las construcciones.
“Eso es lo que ha generado al menos en la Ciudad de México: que a lo largo de los años las reglamentaciones que contempla la parte sismológica cada vez sean más rigurosas», explicó Juan Carlos Montalvo Arrieta, profesor investigador de la UANL.
Sismos del 19-S
1985
Magnitud de 8.1
Epicentro en el océano Pacífico (en la costa de Michoacán).
El saldo de personas fallecidas fue de 20 mil.
2017
Magnitud de 7.1
Epicentro a 120 km de la capital del país, en la placa oceánica de cocos.
El saldo de personas fallecidas fue de 219.
Es necesario generar conciencia sísmica
Mientras países como México comparten conciencia sísmica por la recurrencia de eventos sismológicos en cortos periodos de tiempo, existen regiones en donde estos procesos toman más de 200 años.
Para el investigador de la Facultad de Ciencias de la Tierra eso es un problema, pues se relajan los códigos de construcción y dejan de lado la consideración del efecto sísmico.
“Esto podemos unirlo con el caso de Marruecos, donde el terremoto ocurre a más de 600 km del límite de placas más cercano; no había ocurrido un terremoto importante en más de 100 años en esa región, por lo tanto, el tipo de construcciones que fueron afectadas no estaba preparado para los fenómenos sísmicos.
“En la medida en que haya una mayor conciencia de que los terremotos están ocurriendo, independientemente del periodo de retorno, las edificaciones empiezan a ser más seguras. Aquellas regiones donde no se contempla incluir el efecto de los terremotos en las construcciones, son regiones que empiezan a ser más vulnerables y ahí es donde vemos que a veces no es necesario que ocurran terremotos tan grandes», señaló Montalvo Arrieta.
El pasado 8 de septiembre Marruecos vivió un terremoto de una magnitud de 6.8 en la escala de Richter. Su epicentro se ubicó en la cordillera del Alto Atlas, a unos 72 kilómetros al suroeste de Marrakech, una ciudad de aproximadamente 840 mil habitantes.
Este terremoto es el más fuerte que ha afectado al centro del país en los últimos 100 años. Al menos 2 mil 901 personas murieron y 5 mil 530 resultaron heridas.
“Para la comunidad sismológica esa es siempre la preocupación: qué tan relajados pueden estar los códigos de construcción porque ahora ya vemos ejemplos en muchas partes del mundo donde terremotos no muy fuertes pueden generar daños importantes».
Nuevo León ya registra sismos de magnitud 5
Desde 2006, la Universidad Autónoma de Nuevo León inició el monitoreo de la actividad sísmica a través de estaciones sismológicas.
Gracias a las estaciones instaladas en la Facultad de Ciencias de la Tierra (FCT) en Linares, en 2006, y en el Campus Mederos, en el sur de Monterrey, en 2012, el doctor Juan Carlos Montalvo ha contabilizado 754 sismos en los últimos 17 años.
Se estima que en Nuevo León se vivirá un sismo de magnitud 5.5 en 60 años.
“El periodo de monitoreo ya nos evidencia que hay más actividad sísmica de la que antes se pensaba y una de las cosas que enseña el estar monitoreando la actividad sísmica en una región es que los sismos más frecuentes que van a estar ocurriendo son sismos de magnitudes más pequeñas y los más fuertes necesitarán más tiempo para que ocurran.
“Ya hay una evidencia de terremoto 6.2 en 1841. Las condiciones tanto geológicas como instrumentación nos dan los primeros pasos en la confirmación de estos eventos, sí pueden ocurrir en la región y por consiguiente debemos tener más preparación y estar de la mano las universidades con la sociedad para el tema de la prevención de desastres y también con las autoridades para hacer revisión de los códigos de construcción y tomando como ejemplo esto que ocurrió en Marruecos”, dijo el investigador.
La reglamentación de construcción vigente en el área metropolitana de Monterrey es muy general. Los efectos locales y condiciones geológicas no están incluidos.
El 16 de mayo de 2023 en Nuevo León se registró un sismo de magnitud 5 que se sintió en Mier y Noriega, Doctor Arroyo, Matehuala y el centro de San Luis Potosí.
“Es el paso que se debe seguir para mayor seguridad de todos. Tenemos evidencias, por ejemplo en la región citrícola, en los municipios de localidades de General Terán y Los Ramones, donde ha habido daños menores a intermedios con terremotos de magnitudes alrededor de 4, porque esta zona estuvo alrededor de 7 meses expuesta a una sismicidad prácticamente diaria.
“Están ocurriendo terremotos de magnitud 5 que nos deberían poner en alerta. El área metropolitana está expuesta a sismos con magnitudes de 5 o 6 y, en la medida en que ese evento de magnitud fuerte esté cerca de la ciudad, el impacto del movimiento será mayor y ahí se evaluaría qué tipo de consecuencias podría tener”, puntualizó el sismólogo de la UANL.