Revolucionario de la metafísica, promotor del pensamiento social cristiano, agustiniano, abogado, notario y maestro, entre otros menesteres, fueron los diferentes rostros de Agustín Basave Fernández del Valle, a quien se le rindió un homenaje en la Universidad de Monterrey, en el centenario de su natalicio.
Para esta conmemoración, se realizó un panel de experiencias, bajo el título Dr. Agustín Basave: centenario del filósofo de afanes infinitos, al mediodía de este miércoles, en la Sala del Claustro Universitario de la UDEM.
En el evento, participaron Jaime Pozo Pino, excónsul de Ecuador en México; sus hijos Patricia Basave Benítez, fundadora y presidenta de Tejedoras de Cambios; y Agustín Basave Benítez, director del Instituto de Estudios Políticos y profesor de la UDEM; así como Adán Pérez Treviño, profesor del Departamento de Humanidades de la UDEM.
Adicionalmente, tomaron parte en la actividad Javier García Justicia, decano de la Facultad de Educación y Humanidades; José Guadalupe Serna Naranjo, director del Departamento de Humanidades; y Paulo Alvarado, coordinador de la Academia de Letras de la UDEM, como moderador.
Nacido en Guadalajara, Jalisco, Basave Fernández del Valle fue en Monterrey rector de la Universidad Regiomontana, profesor en la Universidad Autónoma de Nuevo León, el Tecnológico de Monterrey, el Seminario de Monterrey y en la UDEM. Falleció en la ciudad en enero de 2006.
En su intervención, Agustín Basave Benítez refirió que su padre era más agustiniano que tomista; y mencionó una frase de San Agustín, la cual, dijo, ha sido poco entendida por las personas que no conocen bien la obra.
“San Agustín dijo ‘ama y haz lo que quieras’, porque cuando amas cabalmente, verdaderamente, no te puedes preocupar por lo que hagas, porque lo hagas va a ser correcto, quien ama hace el bien”, expuso.
El profesor de la UDEM describió al filósofo como un hombre aguerrido, que se formó en el debate, en la discusión y que no rehuía la confrontación, pero que era congruente con el cristianismo al perdonar las faltas de sus semejantes contra él, incluso abrazarlos, luego de platicar una pérdida que sufrió a la que calificó de estafa.
“Haber dado ese abrazo es un acto que no es fácil de realizar, que requiere de una enorme congruencia, (…) hacía lo que tenía que hacer, le costara lo que le costara por hacer lo que pensaba: decía lo que pensaba y hacía lo que decía”, enfatizó.
Agustín Basave señaló que su padre se inclinaba por “esa idea de que la religión no se agota en la liturgia, que no puedes ir a misa y después ir a estafar o tratar mal a la gente, sino que hay que vivirla todos los días”.
Patricia Basave Benítez describió a su padre como un hombre muy ocupado, con una agenda que realmente sorprende, que incluía sus actividades como abogado, notario, maestro durante más de 50 años y promotor en diferentes organizaciones culturales, además de que hacía muchos viajes, pero que siempre se daba tiempo para sus amistades y para su familia.
“Siendo un hombre tan ocupado como era, sabíamos que estaba ahí para nosotros: no faltaba a los eventos importantes, no faltaba a la comida del domingo, los festejos de los miembros de la familia, los cumpleaños de sus nietos”, indicó.
Agregó que era un maestro que exigía a sus alumnos en desempeño o a sus hijos, pero “no era un padre regañón, tenía que dar el ejemplo, él se exigía primero a sí mismo”.
“Esos viajes, esos intercambios con otras culturas lo fueron abriendo, le fueron dando interrelaciones que le cultivaron tanto la parte intelectual, como la parte de la amistad y del humanismo”, expresó.
Por su parte, Pozo Pino afirmó que el Dr. Basave creó una teoría sobre la habencia que vino a revolucionar la metafísica y abrió a los demás el acceso no solamente a la filosofía, sino a la cultura mexicana y a la amistad.
“Él tenía una idea muy especial del amor, como hijo, como padre, pero sobre todo hablaba sobre la amistad; si siguiéramos sus enseñanzas, otro sería el mundo”, apuntó.
Respecto a las enseñanzas de Basave Fernández del Valle, Pérez Treviño señaló que hay ideas que no se olvidan, no solo por el impacto personal que puedan tener con cada uno, sino por la vigencia que tienen; y estableció que, independientemente de si al filósofo se le ha comprendido o no, se le ha leído y se le seguirá leyendo.
“Pienso que mientras lo sigamos leyendo, esto no se va a acabar, seguiremos produciendo y prolongando el pensamiento de este filósofo, ahora en el siglo XXI, con esa valentía de filosofar, con ese heroísmo, ante esta aridez que tenemos frente a nosotros”, indicó.
“Él decía que, ‘en Monterrey, hay mucha gente que no quiere que usted filosofe, que no quiere que digamos cosas, hay muchos intereses’, y lo decía en voz baja, pero filosofar en Monterrey, vale la pena”, aseveró.