Ante el retorno de las y los estudiantes de Prepa UDEM a las aulas -tras dos años de clases a distancia debido a la pandemia de COVID-19- resultó evidente que los salones de clases debían cambiar, señala Blanca Casas Gracia, de la Dirección de Innovación y Desarrollo de Prepa UDEM.
“Los chicos vienen acostumbrados a trabajar en diferentes espacios porque así lo hicieron en pandemia. Trabajaron en una cama, en un escritorio, en el suelo. Al llegar a Prepa, notamos estas características más marcadas que en otras generaciones. Y aunado a ello, sigue la necesidad de personalizar la educación: llegar con una clase estructurada y creer que va a funcionar igual para todos es poco probable”, dice.
Tras investigar, introdujeron las llamadas aulas flexibles, las cuales incluyen mobiliario que estimula el aprendizaje de distintos perfiles de alumnos: mesas altas para quienes prefieran tomar la clase de pie (dichas mesas, cabe mencionar, también funcionan como pintarrones), sillones estilo mecedora para los que escojan tal postura, espacios para sentarse en el piso, mesas que facilitan el trabajo en equipo y múltiples pizarrones móviles.
Las implementaron en Prepa UDEM San Pedro, Valle Alto y Fundadores. Pero la gran interrogante era ¿cómo evaluar el impacto de estas medidas? A ello encontró respuesta Martha Gabriela Ramos Coronado, estudiante de la Maestría en Ciencias de la Educación de la UDEM y docente de la Prepa UDEM Fundadores.
Como Proyecto de Innovación y Cambio, requisito para egresar este agosto, desarrolló una evaluación cuali-cuantitativa de dichas aulas centrada en cuatro elementos del aprendizaje: motivación, autorregulación, memoria y atención de los alumnos.
La futura maestra indica que realizó trabajo de campo. Llevó a cabo grupos focales y aplicó una Escala de Likert, o sea, una escala de calificación. Indica que, si bien sigue en el proceso de analizar los datos, los resultados preliminares apuntan a que las aulas flexibles impactan positivamente en la motivación de los estudiantes.
De ahí se crea un círculo virtuoso, agrega, pues la motivación incide en la atención, es decir, los chicos están concentrados por mayor tiempo. Dicho proceso cognitivo y la memoria son como las dos caras de la misma moneda: lo aprendido en un espacio de concentración tendrá mayor retención de la información. “Desde que inicié la Maestría se abrió mi panorama. Aquí he conocido más de los procesos cognitivos y de la neurociencia. Esto ha sido importantísimo para entender las dinámicas de clase y el trabajo colaborativo que son parte central de mi proyecto”, apunta.
Carolina Tapia Cortés, profesora-investigadora de la Facultad de Educación y Humanidades y asesora de Martha Gabriela, concluye que el proyecto es apto para presentarse en congresos y ser tema de artículos académicos: “en México se ha hecho poca o nula investigación sobre este tipo de aulas. Entonces, ahí también reside la innovación”, argumenta.